En las buenas... LV (Lupe Vázquez)

En las buenas... LV (Lupe Vázquez)
Home. Foto por Fabián Rivera (Ventings & Surroundings)

martes, 11 de enero de 2011

La vida es un carnaval


"Ay.. no hay que llorar, que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando..." - Celia Cruz



Cada año que cumplo me hace revivir y repasar todos los que he vivido; a más años más experiencias, todas bien guardadas en el disco duro, mi memoria.

Cada año que cumplo me regalo transportarme en el tiempo, como en la película ' Back to the Future' y desempolvo escenas que marcaron años, épocas, momentos de mi niñez y adolescencia. Las celebraciones siempre me han fascinado. Entre el festejo se tejen rituales, que simbolizan cambios, etapas, despedidas y recibimientos. Me esfuerzo – de hecho- en acordarme de detalles de algunos de los cumpleaños que tuve de niña. Me veo vestida con unos pantaloncitos y blusa tipo marineros, pelo corto y lazo rojo, en un cumpleaño siendo bien pequeña, tal vez 5 años en la casa que teníamos, recuerdo otro en la playa de Dorado, tenia un bikini y una chaqueta, tipo 'cabana set' en tela de toalla blanca. También tuve pasadías en en Isla de Cabras donde jugábamos volibol y cantábamos salsa.
Y mi quinceañero! No fue de noche ni usé un vestido largo con brillo. Pero tuve una fiesta divertida con mis amigos en una piscina en la casa de los Vaello, en Levittown. Usé una blusa anudada bajo el busto y una falda de largo asimétrico y wrap -around, tipo Carmen Miranda, sin las frutas en la cabeza. A la hora de la piscina me cambié. Usé un trikini, brown y blanco, y no tenía nada de barriguita. De hecho, pesaba menos de 100 libras. Cierro los ojos y me parece verme.
No hay más detalles de cumpleaños en mi mente, hasta que nacieron Fabián y Gabriel.
Entonces fue cuando me disfruté de verdad lo que era un cumpleaño, porque por varios años hice lo que me daba la gana para festejarlos a ellos. A mis hijos.
Todos los motivos del momento, los usé: Toy Story, Barney, los Power Rangers, Batman, fuimos a Plaza Acuática, a Burger King, McDonald's, los cines, el Aeroparque ... ' you name it' , y ahí en el sitio que te acuerdes seguro que alguno de mis hijos tuvo una fiesta. Con todo incluido: bizcocho, bolsitas de dulces, juegos, piñata.... Todo menos payasos.
Fabián tuvo un payaso amigo de su papá para su primer año y fue una pesadilla para él. Así que no traté de llevar ninguno a las fiestas que le hice a Gabriel, me bastó con esa experiencia que tuve con su hermano mayor.
A Fabián le hice un disco party fabuloso a sus 12 años. Coincidió con que se graduaba de sexto grado y lo cambiaba de escuela. Con otra amiga, mamá de un compañero de clases, hicimos una fiesta entre las dos- ambos cumplían 12- y el disco party fue fabuloso, con la lámpara disco, picadera y música que los papás gozamos mucho más que ellos. Luego de eso, las fiestas ya perdieron el encanto para ellos. Crecieron y sus fiestas ya no eran mías.
Organizar fiestas, juntes, reuniones, lo que sea, siempre me ha gustado. Eso lo saben ya mis amigos. Pero no siempre me ha gustado invertir esfuerzo en organizar o hacer algo para mi.
Este 2011 ha iniciado con el espíritu festivo muy enfocado. Gabriel cumplió 16 y volví – brevemente - a disfrutar de llamar a escondidas a sus amigos para celebrárselos sin que supiera nada en una pizzería. Algo sencillo pagado con creces al ver su cara de sorpresa.
Este enero también yo cumplo y mis amigos me hicieron el día y el mes con una celebración que trataré de recordar cada año próximo con lujo de detalles, para que igual que me acuerdo de lo que llevaba puesto en esa escena entre mis 5 y 6 años, cuando tenga 80 – que espero tener- pueda acordarme de ese almuerzo festivo en el que brindamos, cantamos y me sentí halagada y querida al máximo.
Una fiesta de cumpleaño no es necesariamente celebrar por celebrar, es un ritual de agradecimiento por lo vivido. En el repaso de vivencias nos percatamos que siempre vamos a encontrar muchas razones por las cuales tenemos que celebrar. Y de paso nos alejamos un poco de esa manía ya tan arraigada de quejarnos más de lo que agradecemos.
Agradezco estar viva, celebro los años que tengo, mis hijos, mis relaciones, mis amigos, mi familia, mi trabajo y mis sueños. Me prometo no dejar de soñar y repasar cada detalle que vivo desde hoy para tener siempre algo de qué reirme cuando trate de acordarme cómo fue cualquier vez antes de hoy