En las buenas... LV (Lupe Vázquez)

En las buenas... LV (Lupe Vázquez)
Home. Foto por Fabián Rivera (Ventings & Surroundings)

martes, 17 de mayo de 2011

La rutina

Cuando te cambian los muñequitos

Te acostumbras a hacer lo mismo siempre.
Las personas somos animales de rutina. Todos tenemos la nuestra. Hasta que en un pestañeo todo cambia. Mi rutina de antes está temporeramente desconectada. Por un mes, tengo otra. No me gusta del todo, pero me permite valorar todo lo que hacía antes automáticamente y saber que puedo hacer las cosas de otro modo si es necesario. Me recuerda que no puedo dar nada por sentado y que si algo me gusta mucho, debo disfrutarlo cada vez que lo hago. Que si algo no me gusta, lo debo decir y tratar de evitar seguir haciendolo.
Mi yeso ha cambiado mi rutina, aún no tengo claro por qué se supone que tenía que descansar. Trato de hacer muchas cosas, no tantas como antes, pero trato de llenar las horas para no desesperarme.
Las muchas cosas son ver television o una película, leer, escribir, navegar en Internet, repasar las citas con el medico, pensar en mis amigos y con quien hace tiempo no hablo para llamarl@, repaso direcciones, botar papeles, limpiar gavetas y escribo.
En diez días comienzo a planificar cuando pueda y quiera salir. Me hace falta.
Extraño mucho la libertad de moverme, salir, entrar, cocinar, comprar lo que cocino, decidir qué hacer, disponer de lo que quiero y no quiero hacer. Manejar mi tiempo y mi espacio.
No extraño a mis amigos porque han seguido conmigo. Es muy grato tener viejos y nuevos amigos, llamándote y ayudándote.
Mi mamá me ayuda y por momentos se apodera de mi rutina para decidir lo que hago y estar todo el tiempo ahi. Se reparte entre la ayuda constante y el opinar constante. Voy balanceando el que su opinar constante no me afecte y aprecio y agradezco su ayuda, ya no tan constante gracias a que le pido tiempo sola.
Aprendo a nivelar la ansiedad de que no estoy a cargo de todo. He aprendido a balancear mi tiempo en soledad productiva y descubro que me hace bien estar sola.
Descansar tiene otro significado para mi ahora.
Me sobran las horas para pensar, decidir qué hacer, pensar si lo puedo hacer con el yeso, atreverme o desistir.
Me duermo tarde a menos que tenga cita médica al otro dia. No tengo prisa ni por dormir ni por despertar.
No me molesta ponerme las mismas 5 o 6 piezas que me quedan cómodas con el yeso.
Puedo leer sin prisa, repasar la lista de cosas para hacer y planificar que las haga con mi hijo, con una amiga o con mi mamá.
Descubro que puedo reirme cuando mi médico me dice que me quedan 5 semanas más con el yeso pero que empiece a salir a pasear para que no me deprima.
Aprendo a no sentirme mal por pedirle a mis amigos que me acompañen, que me lleve a algún lugar o que me vengan a buscar. Me reitero que me gusta sentarme a conversar sin prisa.
Aprendo a decir lo que siento, aunque sepa que no siempre le gustará oirlo a quien lo oiga.
Manejo la sensación de impotencia y como diría mi amigo Rafa, me permito estar triste unos minutos al día. Pero a veces los minutos se estiran un poco más.
Aprendo a subir las escaleras sentada con la pierna del yeso estiradita y de nalgas, como si hiciera los deeps que en el boot camp me temblaban los brazos al hacer.
Veo que tengo buena memoria, cuando hago ejercicios de meditacion y respiracion, igual a la clase de yoga de los sabados, sin ir a la clase por unas semanas.
Me gusta hacer ejercicios de pesas sentada en la escalera cada vez que puedo, cuando antes solo hacía ejercicios en el boot camp.
Descubro que puedo bañarme con bien poquita agua, una esponja y un par de vasos grandes.
Aprecio haber aprendido a merendar y comer menos porque eso me mantiene ahora en forma, aunque no pueda volver a hacer ejercicio hasta dentro de un mes.
Descubro que puedo tomar agua... muuucha agua, fácilmente y que no extraño los refrescos para nada.
No tengo que pensar en qué me pongo para el trabajo, pues me pongo las mismas piezas que me puedo quitar y poner fácilmente con el yeso.
Me doy cuenta de que extraño a mis compañeros de trabajo, los que se sientan cerca de mi y a los que son más amigos que compañeros.
No cocino ni hago la lista de lo que tengo en la nevera para saber qué preparo cada noche. Usualmente mi mamá nos cocina algo con lo que hay en la nevera.
Cuento los días que me quedan para que vuelva la vieja rutina. Me enfoco en descubrir bendiciones en la nueva rutina.
Visualizo lo que estaré haciendo en las fechas en las que ya el yeso no será mi pareja. Mes de julio, puro verano, playa, salidas, paseos, planes, amigos.
Volveré a bañarme en la ducha, de pie.
Volvere a caminar temprano, a hacer boot camps, yoga y sí me matricularé en clases de natación. Volveré a disfrutar el placer de planificar lo que cocinare cada dia y a llevar mi almuerzo al trabajo. Volveré a guiar a todas partes, a salir siempre que quiera.
A dar caminatas los domingos, a llevar a mis hijos a la escuela y al tren. Disfrutaré nuevamente salir, porque no será un issue si hay acceso fácil para muletas o yeso. Me pondré tacos y volveré a bailar.
Volveré al trabajo, a repasar qué domingo me toca y a rebuscar nuevos temas e ideas para producir contenido útil y divertido.
Le dije a mi médico que lo invitaba a cenar cuando todo esto termine y mi tobillo quede nuevo. Me dijo que yo lleve el vino, que él se encarga de la cena.
Mi rutina.

domingo, 15 de mayo de 2011

Mi ortopeda y otros ángeles

 

Todos debemos tener en nuestro directorio o “black book” personas claves para los servicios que nosotros no podemos hacer.
Como el estilista, en mi caso Héctor, quien no sólo me conoce antes de tener hijos, sino que me deja linda, que conoce mi pelo, sabe qué color me sube lo bonito, me escucha, sabe qué decirme cuando lo necesito y me llama cuando necesito un amigo. A falta de sicólogo un estilista de confianza. Igual pasa con la manicurista, en este caso Denisse, que conoce bien a sus clientas cercanas y comparte su vida con ellas. Son la terapia extendida.
Y están los que necesitas para asuntos de emergencias que no puedes ni sabes hacer tú. En ese grupo cae  el mecánico, jardinero, fumigador, plomero, electricista y el  handyman. Un florista, un taxista, una grúa para remolcar el carro, alguien que arregle aires acondicionados y un servicio de reparación de enseres, se suman a ese librito de contactos. Piensa bien, seguro que más de una vez los has necesitado. 
Nuestros médicos son otro “black book”. El ginecólogo puede saber más de ti que ningún otro médico y cuando vamos ganando años, el internista se añade a la listita de tus doctores de confianza. Donde también están el dentista, quiropráctico, oftalmólogo u optómetra. El sicólogo, terapista, la masajista, la que te hace tu carta natal, quien te orienta en asuntos esotéricos... todos estos contactos son también vitales para tu alma y tu espíritu.
Poca gente tiene un ortopeda porque no pensamos en que lo necesitaremos tan frecuentemente como el ginecólogo.
Tengo la suerte de tener uno, a José Aníbal Collazo, a quien no conocí como paciente sino como amigo de una amiga, en eventos de 'wine lovers' en los que por mi trabajo anteriormente yo conocía.
Ese ortopeda ha sido uno de mis ángeles en el proceso de mi caída y no me cansaré de decírselo a todos. Con él, otros ángeles se me han aparecido por un rato. Su presencia ha servido de balance para el tsunami emocional que me ha generado este 'descanso obligado' por un tobillo enyesado.
Luego de conocerlo durante años, me convertí en su paciente para unos discos herniados que tengo en el cuello, que me examinó con pronóstico de cirugía. Cosa que no hice. Y él me lo respetó. Descubrí que caminar me aplacaba el dolor que me generaba el estrés sobre estos discos y seguí haciendo cada vez más ejercicios. Hace más de un año que ya no tuve que volver a visitarlo. El dolor se fue gracias a las caminatas, el 'boot camp', la yoga, la dieta con la que bajé 11 libras, el manejo de estrés y las 8 horas de sueño sin fallar.
Llevaba ya 9 meses haciendo todo esto y me sentía tan bien que ya pienso en tomar clases de natación para añadir otro ejercicio a mi cuerpo y vencer el miedo a las profundidades. También para mantener el nuevo peso y bajar un poco más.
Con mi caída accidentada descubrí que mi cuerpo estaba más fuerte de lo que pensaba. Manejé el dolor y traté de mantener la calma. Pensaba que esto iba a durar y que no ganaría mucho con comenzar a gritar como una loca y a desesperarme. Como cuando estás de parto, si empiezas a gritar desde la primera contracción, no tienes fuerza para pujar horas después. Igualito.
Cuando en la camilla del centro de salud, luego de hacerme todo, me dicen que debo ver 'lo antes posible' a un ortopeda, me acordé que tenía el celular de mi ortopeda. Lo llamé un viernes a las 4 de la tarde, desde Orocovis, pensando que si estaba en Aibonito sería perfecto que me viera ya.
Me vio esa noche, miró lo que me hicieron y las placas. "Te quiero el lunes en ayunas en el Menonita de Aibonito, esto lleva cirugía además del yeso". A esta recomendación no pude refutarle nada. Anotó todas las intrucciones para sus secretarias en un sobre, me dio una receta y me aconsejó que viera esto como un descanso. "No te desesperes, esto no es más de 4 o 6 semanas. Piensa que vas a poder hacer todo lo que no has hecho en tu casa, y al final hasta vas a poder guiar según mejores y comiences terapia, es la pierna izquierda", dijo.
Collazo me operó ese lunes en una intervención de la que no tuve ninguna complicación, ya al 4to. día la pierna no me dolía y la hinchazón había bajado bastante.
Mi accidente fue en funciones de trabajo por lo que debía reportarme al fondo. El no tiene contrato con el fondo, pero me atendió y me  hizo todo lo que un ortopeda asignado por el fondo me habría hecho posiblemente 10 días después, porque yo era su paciente y quería que mi pierna quedara bien. El yeso es violeta, como se lo pedí.
Ahora en el descanso y la espera por las citas en el Fondo, valoro en su justa magnitud el que me haya atendido tan rápidamente. El proceso burocrático del fondo ha iniciado, y decreto que para junio estaré trabajando.
No me cansaré de agradecerle ni bendecirlo...
Junto a él, otros ángeles en ese hospital del centro de la Isla me hicieron agradable una de las experiencias más incómodas que me han tocado pasar.
La administradora del Hospital, Carmen Camacho, se desvivió en atenciones, todo fluyó rápido y armoniosamente. Las enfermeras y personal de la sala de operaciones fueron súper simpáticos y se respiraba una tranquilidad allí que no siempre se encuentra en procesos de salud. Cuando estás en una camilla, desnuda con una bata, suero, una pierna inmóvil y varias caras desconocidas que se te acercan y te dicen, “todo va a estar bien”, lo que haces es respirar profundo y confiar.
Agradezco y bendigo sus manos, intenciones y servicio. Y están desde ya en mi “black book”.
LV
Lupe Vázquez

Me caí

3 de mayo, 2011


Sí... visitando el parque Toro Verde, en Orocovis, para un reportaje de paseo por el pueblo, me resbalé y fracturé el tobillo.... cuando me ví tirada en aquella jalda, con el tobillo hinchado y que no sentía los dedos de los pies, y pensé: “esto se jodió”. Ese día invité a 6 personas que me acompañaran a Orocovis, cosa rara en mí, porque siempre me voy sola, entre ellos mi hijo y mi mamá, amigas que no trabajan y hasta otros que trabajaban...y nadie quiso ir. Cuando me ví sola tirada allí, pensando cómo me iba a ir a casa entendí mi afán por ir con alguien. Pude volar en dos cables, cosa que había hecho ya cuando fui al parque en enero, e íbamos bajando una cuesta para llegar a dos puentes colgantes. y estaba loooca por hacerlo, una aventura diferente.  El camino era bien empinado, una jalda sin mucha grama, en piedra pelada, con muchos desniveles, y lleno de hojas...  Le comento a Giancarlo, el guía que iba frente a mí, "esto debe resbalar como jabón con lluvia, verdad?" “Sí pero baje con calma, doñita...” Y ahí fue cuando me resbalé – creo que el doñita me desconcentró- no sé como doblé el tobillo hacia afuera y caí sobre él.... pensé que me había raspado y ya... hasta que moví el tobillo y me di cuenta que no sentía el pie ni los dedos....''esto se jodió"...  Tome fotos mías subiéndome a los cables, con el equipo, todo 'cool'. Cuando me caí,  los guías me dijeron 'doñita, quiere que le tomemos fotos ahora?" . Y hasta ahí... les dije que no, destruida no y menos en fotos.
En el CDT de Orocovis, donde yo pensaba que no me iban a hacer nada y juraba que me iban a joder más de lo que me podrían ayudar, me trataron divinamente. Me refirieron a un ortopeda lo antes posible, y yo que  tenía el celular de mi ortopeda lo llamé, fue un ángel, me atendió esa noche, vio las placas y me ordeno cirugía y yeso por la forma en que se fracturó la fíbula.... así se llama el bendito hueso que me flaqueó .  Ayer me operaron, en el Menonita de Aibotino, - 7 tornillos y una placa de metal en la fíbula, que tendré en mi cuerpo por un año. En el hospital me trataron divinamente. Me atendieron como atiende la gente del centro de la Isla... bien amables y súper rápido....
Hasta el personal del parque, que deben estar súper preocupados, me llevaron al hospital y me trajeron a casa, guiando mi carro.... Y en el camino, hasta me llevaron al baño en un peaje, imagínense ustedes ser cargados al hombro por un extraño que guía su carro, y que no puedas aguantar las ganas de orinar.... que te deje en la puerta de un baño en un peaje y te diga, tómese su tiempo doñita.... esa fue la única parte que me pareció de película, pero hasta pude reírme.
Lejos de desesperarme, he elegido escucharme, aquietarme y agradecer todas las bendiciones que en el proceso se me han hecho visibles.
Elegí no desesperarme, y cuando me vi tirada en una jalda en el fondo de una montaña con dos guías extraños, pensé que por algo me estaba obligando la vida a detenerme. Y no lloré nunca en el proceso.... Me va a enyesar el viernes y debo estar en reposo, luego en terapia, varias semanas, de 4 a 6....luego de esto volveré a caminar, hacer mi yoga y los 'boot camps', que me han servido para que mi cuerpo este tan saludable ahora mismo...
Para mi es sorpresa lo calmada que estoy manejando esto, es un reto verse obligado uno a que te lo hagan todo, caminar con andador y no moverte de tu cama sin ayuda... pero he visto tantas bendiciones en el proceso que sé que tenía que aquietarme y aquí estoy. Me sobrará tiempo para leer, ver películas y navegar en internet, cosa que hace tiempo no puedo hacer.
Me veo obligada ahora a descansar, literalmente.... me armaré de todos los libros que quiero leer y no he podido, mami me viene a ayudar durante el día, y mis hijos ahora tendrán que atenderme más de lo que usualmente me atienden. Que a lo mejor se queda en un wish list... no sé.
Y las señales que no me eran tan claras de que me estaba preparando para este descanso obligado, las veo ahora a la distancia. Coordiné cosas con tanta anticipación que no entendía por qué. Ahora lo sé.... no quería dejar cabos sueltos y ahora me siento tranquila. Mi colega fotógrafa cuando me entrega la cámara que me prestan me dijo, “si te vas a caer de esos cables, sabes que la cámara la tienes que guardar”.. Pues amiga, sabes qué... la cámara está sana y salva.
Me va a hacer mucha falta estas semanas llegar allá y hacer todo lo que hago... pero la computadora me hace sentir conectada.
Gracias por preguntar...los veo pronto....mándenme mensajes... chocolates y mantecado.

LV
Lupe Vázquez