En las buenas... LV (Lupe Vázquez)

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Home. Foto por Fabián Rivera (Ventings & Surroundings)

domingo, 15 de mayo de 2011

Mi ortopeda y otros ángeles

 

Todos debemos tener en nuestro directorio o “black book” personas claves para los servicios que nosotros no podemos hacer.
Como el estilista, en mi caso Héctor, quien no sólo me conoce antes de tener hijos, sino que me deja linda, que conoce mi pelo, sabe qué color me sube lo bonito, me escucha, sabe qué decirme cuando lo necesito y me llama cuando necesito un amigo. A falta de sicólogo un estilista de confianza. Igual pasa con la manicurista, en este caso Denisse, que conoce bien a sus clientas cercanas y comparte su vida con ellas. Son la terapia extendida.
Y están los que necesitas para asuntos de emergencias que no puedes ni sabes hacer tú. En ese grupo cae  el mecánico, jardinero, fumigador, plomero, electricista y el  handyman. Un florista, un taxista, una grúa para remolcar el carro, alguien que arregle aires acondicionados y un servicio de reparación de enseres, se suman a ese librito de contactos. Piensa bien, seguro que más de una vez los has necesitado. 
Nuestros médicos son otro “black book”. El ginecólogo puede saber más de ti que ningún otro médico y cuando vamos ganando años, el internista se añade a la listita de tus doctores de confianza. Donde también están el dentista, quiropráctico, oftalmólogo u optómetra. El sicólogo, terapista, la masajista, la que te hace tu carta natal, quien te orienta en asuntos esotéricos... todos estos contactos son también vitales para tu alma y tu espíritu.
Poca gente tiene un ortopeda porque no pensamos en que lo necesitaremos tan frecuentemente como el ginecólogo.
Tengo la suerte de tener uno, a José Aníbal Collazo, a quien no conocí como paciente sino como amigo de una amiga, en eventos de 'wine lovers' en los que por mi trabajo anteriormente yo conocía.
Ese ortopeda ha sido uno de mis ángeles en el proceso de mi caída y no me cansaré de decírselo a todos. Con él, otros ángeles se me han aparecido por un rato. Su presencia ha servido de balance para el tsunami emocional que me ha generado este 'descanso obligado' por un tobillo enyesado.
Luego de conocerlo durante años, me convertí en su paciente para unos discos herniados que tengo en el cuello, que me examinó con pronóstico de cirugía. Cosa que no hice. Y él me lo respetó. Descubrí que caminar me aplacaba el dolor que me generaba el estrés sobre estos discos y seguí haciendo cada vez más ejercicios. Hace más de un año que ya no tuve que volver a visitarlo. El dolor se fue gracias a las caminatas, el 'boot camp', la yoga, la dieta con la que bajé 11 libras, el manejo de estrés y las 8 horas de sueño sin fallar.
Llevaba ya 9 meses haciendo todo esto y me sentía tan bien que ya pienso en tomar clases de natación para añadir otro ejercicio a mi cuerpo y vencer el miedo a las profundidades. También para mantener el nuevo peso y bajar un poco más.
Con mi caída accidentada descubrí que mi cuerpo estaba más fuerte de lo que pensaba. Manejé el dolor y traté de mantener la calma. Pensaba que esto iba a durar y que no ganaría mucho con comenzar a gritar como una loca y a desesperarme. Como cuando estás de parto, si empiezas a gritar desde la primera contracción, no tienes fuerza para pujar horas después. Igualito.
Cuando en la camilla del centro de salud, luego de hacerme todo, me dicen que debo ver 'lo antes posible' a un ortopeda, me acordé que tenía el celular de mi ortopeda. Lo llamé un viernes a las 4 de la tarde, desde Orocovis, pensando que si estaba en Aibonito sería perfecto que me viera ya.
Me vio esa noche, miró lo que me hicieron y las placas. "Te quiero el lunes en ayunas en el Menonita de Aibonito, esto lleva cirugía además del yeso". A esta recomendación no pude refutarle nada. Anotó todas las intrucciones para sus secretarias en un sobre, me dio una receta y me aconsejó que viera esto como un descanso. "No te desesperes, esto no es más de 4 o 6 semanas. Piensa que vas a poder hacer todo lo que no has hecho en tu casa, y al final hasta vas a poder guiar según mejores y comiences terapia, es la pierna izquierda", dijo.
Collazo me operó ese lunes en una intervención de la que no tuve ninguna complicación, ya al 4to. día la pierna no me dolía y la hinchazón había bajado bastante.
Mi accidente fue en funciones de trabajo por lo que debía reportarme al fondo. El no tiene contrato con el fondo, pero me atendió y me  hizo todo lo que un ortopeda asignado por el fondo me habría hecho posiblemente 10 días después, porque yo era su paciente y quería que mi pierna quedara bien. El yeso es violeta, como se lo pedí.
Ahora en el descanso y la espera por las citas en el Fondo, valoro en su justa magnitud el que me haya atendido tan rápidamente. El proceso burocrático del fondo ha iniciado, y decreto que para junio estaré trabajando.
No me cansaré de agradecerle ni bendecirlo...
Junto a él, otros ángeles en ese hospital del centro de la Isla me hicieron agradable una de las experiencias más incómodas que me han tocado pasar.
La administradora del Hospital, Carmen Camacho, se desvivió en atenciones, todo fluyó rápido y armoniosamente. Las enfermeras y personal de la sala de operaciones fueron súper simpáticos y se respiraba una tranquilidad allí que no siempre se encuentra en procesos de salud. Cuando estás en una camilla, desnuda con una bata, suero, una pierna inmóvil y varias caras desconocidas que se te acercan y te dicen, “todo va a estar bien”, lo que haces es respirar profundo y confiar.
Agradezco y bendigo sus manos, intenciones y servicio. Y están desde ya en mi “black book”.
LV
Lupe Vázquez

2 comentarios:

  1. Lupe, no sabía que tienes un blog, qué bueno !

    Tu "black book" me hace recordar los Rolodex de antaño. Qué seríamos sin ellos ? Todavía conservo dos que apenas pueden dar vueltas por lo llenos que están.

    Que sigas recuperando, ya mismo estarás haciendo zumba !

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  2. Lupe felicidades por tu blog, me gusta el formato.

    Solo quiero recordar que se cosecha lo que se siembra.Deseo que te recuperes muy pronto y segura de que ahora quedaras , mejor.

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